Hace cinco años, los mercados se desplomaron y cayeron dentro del mundo de Alicia en el País de las Maravillas. Cuando Lehman Brothers colapsó, las repercusiones fueron tan violentas que los inversores se vieron en la necesidad de confrontar cada día con seis cosas imposibles antes del desayuno, parafraseando a Lewis Carroll.
Ahora que los mercados contemplan el aniversario del colapso de Lehman, ¿Es más seguro y más sano el sistema? La respuesta es “sí” y “no”. La buena noticia es que la posibilidad de una nueva crisis bancaria es menos probable: se han refrenado algunas de las innovaciones más descabelladas, los bancos están mejor capitalizados y los financieros son más prudentes.
No obstante, la mala noticia es que el sistema está igual de loco –inclusive tal vez más–. Hay una serie de acontecimientos que son, en el mejor de los casos, contradictorios, y en el peor, peligrosamente extraños. Los inversores ya no se enfrentan a seis nuevos shocks bancarios antes del desayuno, pero hay por lo menos seis características del mundo posterior a Lehman que podrían sorprender a la misma Alicia.
Los grandes bancos son más grandes, no más pequeños. Cuando Lehman colapsó, hubo gran indignación por el hecho de que muchos bancos occidentales habían llegado a ser tan enormes que eran “demasiado grandes para quebrar”. Los reformadores instaron a los bancos a dividirse, para hacerlos más pequeños y crear la diversidad que tanto se necesita. Algunos funcionarios financieros, como Richard Fisher de la Fed de Dallas, siguen demandando que se tomen estas medidas sensatas. Pero, como el inversionista Henry Kaufman señala, el mundo de la banca se ha concentrado más que nunca. Esto es desconcertante, sobre todo porque no se sabe cómo los reguladores rescatarían un banco tan grande.
El mundo de los bancos en la sombra se está apoderando de más actividad, no menos. Cuando Lehman colapsó, los reguladores de repente se dieron cuenta de que habían hecho caso omiso a la esfera no bancaria, lo que permitió que el comportamiento atroz prosperara. Tomando esto en consideración, se esperaría que las sombras se hubieran reducido. Pero piense de nuevo: el sistema bancario en la sombra ha crecido desde 2008 de 59 billones de dólares a 67 billones, de acuerdo con el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB). Y es probable que crezca aún más, ya que las estrictas regulaciones bancarias están presionando la actividad en el mundo no bancario. El FSB insiste en que su capacidad para dar seguimiento a estas sombras ha mejorado; esperemos que tenga razón.
El sistema depende más que nunca en la fe de los inversores en los bancos centrales. Una de las causas de la última burbuja de crédito fue la confianza excesiva de los inversores en la capacidad de los bancos centrales, tanto para mantener la inflación baja como para entender cómo funcionaba la innovación financiera. La lógica podría sugerir que esta fe se marchitó después de que fracasó Lehman Brothers. No es así; estos días los precios de los activos son cordialmente aceptados por los inversores quienes creen que los bancos centrales saben lo que están haciendo con la expansión cuantitativa (QE), a pesar de que nadie lo ha intentado antes a esta escala, o sabe cómo salir.
Los ricos se han hecho más ricos. La crisis de Lehman Brothers desencadenó una oleada de ira popular contra las élites ricas, surgieron de ahí el Tea Party, Occupy Wall Street y otros grupos de protesta. Pero eso no ha causado que las élites pierdan riqueza. Por el contrario, una (en gran parte desconocida) consecuencia de la QE es que ha elevado los precios de los activos y por lo tanto ha beneficiado a la rica élite que posee activos, incrementando las desigualdades. El Banco de Inglaterra, por ejemplo, calcula que 40 por ciento de los beneficios de QE han ido al 5 por ciento más rico de la población, incluyendo a aquellos banqueros.
Los financieros han sido enjuiciados, pero no por la burbuja de crédito. Después de la quiebra de Lehman, los políticos exigieron enjuiciar a los banqueros, y en un principio esto parecía probable. Después de todo, casi 2 mil profesionales de las finanzas fueron condenados después de la crisis de ahorros y préstamos de la década de los noventa en EU. Pero a pesar que desde 2008 hemos visto a financieros de alto nivel esposados, en general sus arrestos no han estado relacionados con la burbuja de crédito (piense, por ejemplo, en Bernie Madoff, Alan Stanford, Raj Rajaratnam, Rajat Gupta y otros).
Fannie y Freddie están vivas y bien. En 2008, parecía evidente que las podridas entidades de Fannie Mae y Freddie Mac debían ser reformadas. De hecho, fue la crisis en las agencias financieras de vivienda respaldadas por el estado la que inició la cadena de acontecimientos que condujo al colapso de Lehman en agosto de 2008. Sin embargo, cinco años más tarde, Fannie y Freddie representan más de 90 por ciento del mercado hipotecario de EU, frente al 60 por ciento que representaban antes.
Un optimista podría argumentar que estos seis factores son sólo distorsiones temporales; algunos observadores podrían insistir que eran inevitables. Al menos, estos acontecimientos sirven para ilustrar las leyes de las consecuencias no deseadas, y son un fuerte recordatorio de la cantidad de trabajo que queda por hacerse.
Fuente: Financial Times
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